"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces...¿para qué sirve la utopía? La utopía sirve para eso, para caminar."

jueves, 15 de noviembre de 2012

Días de vino y rosas.


No hay derecho, no, señor.

Se pasan los días bombardeándonos a todos los niveles informativos, minando la moral de una población que asiste cariacontecida al vertiginoso baile de cifras que sólo mentes más privilegiadas que la mía consiguen entender a la perfección.

Si,señor, esas mismas mentes privilegiadas para cuyo currículum necesitaría algo así como "El Quijote" en blanco y que nunca sentirán el aliento del desempleo sobre sus cogotes, que nunca temerán por el futuro de unos hijos que nacerán en salas de hospital con retretes de oro.

Para colmo, pretenden hacerme creer que cuatro titiriteros que manejan los hilos desde arriba, dos de cada color (rojo y azul, viva el neocaciquismo) van a luchar por mis sueños, van a salvaguardar mis ilusiones y a defender mis derechos. Lo siento mucho, mientras las mujeres de estos señores acudan a la peluquería en coches oficiales y no consigan generar una estrategia más lucrativa que el "Me has quitado el lápiz" , "Te lo quité porque me lo quitaste tú a mí", no podré creer en vostros. ¿Es ésta la estrategia que pretendéis continuar? Así es fácil, claro, con las mentes dormidas, acomodadas. Pero no olvidéis que el hambre despierta y aviva el pensamiento.

Ya lo decía Machado:


"Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón”.

Somos tan auténticamente egocéntricos que nos creemos dueños de la tierra que pisamos, de las plantas que crecen sobre ella e incluso de las hojas que de éstas se desprenden. No entendemos que la Tierra estaba aquí mucho antes que nosotros mismos, mucho antes que la religión y sus bailes contradictorios, mucho antes que la escritura. Vivimos nuestras vidas pensando que la Tierra es un regalo de nuestros padres, cuando realmente es el regalo que hemos de dar a nuestros descendientes.

Me niego a creer que mis abuelos quisieron dejar esta herencia para mí. Me niego a creer que los callos en sus manos y las espaldas torcidas no han servido de nada. Me niego a creer que mis abuelas no han podido vivir con las libertades de una mujer de hoy en día para obtener un resultado como éste. Me niego a creer que mis abuelas no hayan podido llevar minifaldas sólo para que una de las pocas libertades de las que gocemos sea esa. Mie niego rotundamente a creer que va a ser esto lo que dejaré a mis hijos. Y, sobre todo, me niego a sembrar en mis hijos las semillas de la aversión por quien no comparta sus ideas políticas porque, tristemente, la política en España se parece cada día más a lo del fútbol: tú discutes por ellos y los millones, a sus bolsillos.

¿Luther King tuvo un sueño en vano? ¿Gandhi fue asesinado para nada? ¿De verdad no vamos a aprender nada de esta gente? ¿De verdad creemos que este partido sólo se juega en las altas esferas?

NO

Este partido se juega aquí, ahora, en tu casa, con tu familia, con tus amigos. No pretendo cambiar nada. No pretendo educar. Sé muy pocas cosas, pero entre ellas que no soy tonto. Las ovejas son ovejas, pero hay ovejas que siguen al pastor porque sí y hay ovejas que siguen al pastor dándose cuenta de que lo siguen, porque no les queda otra para sobrevivir. Creo que es hora de cambiar la forma de pensar, es hora de utilizar lo último que nos queda siempre: la libertad de alzar la voz. La libertad de pensamiento.

En definitiva, la libertad de poder elegir el hacer las cosas de otra manera.

1 comentario:

  1. No has podido describir mejor lo que siempre he defendido. (Se me puso la piel de gallina). :-)

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